domingo, 19 de diciembre de 2010

LEYENDA

Netzahualcóyotl (14021472) (náhuatl:Nezahual.cóyō.tl 'coyote hambriento') fue el monarca (tlatoani) de la ciudad-estado de Tetzcuco en el México Antiguo. Nació el 28 de abril (según otras fuentes, el 4 de febrero) de 1402 en Texcoco (actualmente un municipio del Estado de México) en la actual República Mexicana y murió en 1472. Era hijo del sexto señor de los chichimecas, Ixtlilxóchitl, cuyo nombre significa 'flor oscura' (īxtlīl- 'oscuro, negro', xōchitl 'flor') señor de la ciudad de Texcoco, y de la princesa mexica Matlalcihuatzin, hija del tlatoani azteca Huitzilíhuitl, segundo señor de Tenochtitlan. Al nacer, le fue asignado el nombre de Acolmiztli (náhuatl: Acōlmiztli, «felino fuerte» )?, pero las tristes circunstancias que rodearon su adolescencia hicieron que se cambiara el nombre por el de Nezahualcóyotl que significa «coyote que ayuna o coyote hambriento», entendiéndose el ayuno como una forma de sacrificio.
A principios del siglo XV el mayor centro de poder en la cuenca de México era Azcapotzalco, capital de los tepanecas. El señorío tepaneca bajo Tezozómoc tenía tintes tiránicos, y después de un relativo fracaso militar, mediante una conspiración palaciega logró expulsar de Texcoco y eventualmente, dar muerte a Ixtlixóchitl, padre de Nezahualcóyotl. Tiempo después éste tuvo la oportunidad de participar en una alianza con los mexicas, que además de vengar la muerte de su padre, logró derruir el poder tepaneca.
Una vez que recuperó el trono, Nezahualcóyotl gobernó Texcoco con valor y sabiduría. Asimismo, ganó reputación de sabio y obtuvo una justa fama como poeta. Su amplia formación intelectual se traducía en una elevada sensibilidad estética y un gran amor por la naturaleza, que quedaron reflejados no sólo en la arquitectura de la ciudad, sino también en sus manifestaciones poéticas y filosóficas. Nezahualcóyotl llegó a construir un jardín botánico adornado con hermosas pozas de agua y acueductos en Tetzcotzingo, donde eran habituales las reuniones de poetas e intelectuales. Algunos historiadores han manifestado que aun cuando los acolhuas profesaban el politeísmo, él comenzó a desarrollar la idea de un dios único, al cual llama Tloquenahuaque. Varios de sus versos se encuentran actualmente plasmados en los muros del Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México.




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